Una vez dentro, la primera imagen que sobreviene a la vista del espectador, es la de una horda de ángeles semidesnudos (con grandes ojos, cabellos rubios y ensortijados) y distintas expresiones que ocupan cada uno de los rincones incluso hasta aquellos imperceptibles a simple vista y penden en actitud descendiente como si estuvieran bajando de las alturas para compartir con los mortales el espacio terrenal. Aunque el clero español hizo construir en honor a la Virgen María el templo, los indígenas que modelaron las yeserías no se olvidaron por completo de Tonantzin ni de su propio universo, aludiendo a ellos en una iconografía mexicanista compuestas por ángeles morenos, nichos con penachos de plumas, frutas tropicales (mango, chile, coco, plátano, flores y plantas de vivos colores rojos, azules, amarillos, verdes y rosas. etc.) y sobre todo mazorcas de maíz, fueron laboriosamente creadas con una mezcla de barro, paja y una sustancia viscosa extraída de la hoja del maguey, y luego horneadas y coloreadas especialmente para ser una pieza más dentro del engranaje visual que ofrece el interior de la iglesia.
BIENVENIDOS
Esperemos que les guste.
jueves, 24 de marzo de 2011
Una vez dentro, la primera imagen que sobreviene a la vista del espectador, es la de una horda de ángeles semidesnudos (con grandes ojos, cabellos rubios y ensortijados) y distintas expresiones que ocupan cada uno de los rincones incluso hasta aquellos imperceptibles a simple vista y penden en actitud descendiente como si estuvieran bajando de las alturas para compartir con los mortales el espacio terrenal. Aunque el clero español hizo construir en honor a la Virgen María el templo, los indígenas que modelaron las yeserías no se olvidaron por completo de Tonantzin ni de su propio universo, aludiendo a ellos en una iconografía mexicanista compuestas por ángeles morenos, nichos con penachos de plumas, frutas tropicales (mango, chile, coco, plátano, flores y plantas de vivos colores rojos, azules, amarillos, verdes y rosas. etc.) y sobre todo mazorcas de maíz, fueron laboriosamente creadas con una mezcla de barro, paja y una sustancia viscosa extraída de la hoja del maguey, y luego horneadas y coloreadas especialmente para ser una pieza más dentro del engranaje visual que ofrece el interior de la iglesia.
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